lunes, 12 de noviembre de 2007

No es que tengamos que dejar de brillar...

¿Pero qué es lo que este capitalismo de ficción quiere disfrazar con sus locales vistosos? Qué es lo que trata de esconder tras la propuesta de la superficialidad, la trivialidad, el juego y la evasión? Evidentemente esconde su cara menos glamorosa, esconde exclusión, pobreza, discriminación, ignorancia, indiferencia, esto se ha dicho hasta el cansancio… Y además se arriba a ello no solo teóricamente como evidencia de los oxímoron del capitalismo, sino que lo advierte la cotidianeidad, y en muchos casos la experiencia visceral. “La lucha contra los más débiles puede realizarse sólo a base de maratones y de vigorosos conciertos de rock, mientras la batalla en pos de los desarrapados se apoya permanentemente en la subasta de abrigos de actrices”… hay que cumplir el sueño de los soñadores de Showmatch.
Lo interesante entonces sería pensar como hacer para reflexionar sobre estas ficciones en la medida en que ellas son a su vez constituyentes de nuestra vida. Es una objetivación un tanto compleja, cuando no imposible según el desfile de teorías y epistemologías varias. Por otra parte, escapar es imposible. Estamos atravesados por esta lógica, somos mediadores pero también mediados por ella en la red de actactes que se despliega ad infinitum. Los discursos en los cuales participamos, portadores y a la vez productores de sentido, construyen la realidad, y hablamos de construcción no de representación. Por tanto, somos nosotros mismos los que construimos esas ficciones y es a través de ellas que organizamos nuestras vidas. Frente a este panorama lo mejor que podemos hacer es perder la ingenuidad y desnaturalizar tendencias.
Palermo brilla, pero detrás de él, dentro de él y alrededor de él hay espacios a oscuras. Sus propuestas invitan a la superficialidad a la trivialidad, al entretenimiento que distrae y nos aleja de las cosas “feas, incómodas dolorosas” pero que por tales no son menos dignas de atención, por el contrario piden a gritos un poco más de atención y compromiso.
Nuestra idea no es satanizar el ocio, la diversión, la distensión, la comodidad. La idea no sería un altruismo prohibitorio, un sectarismo denunciante de los horrores capitalistas que nos dominan y nos someten. Ese cuentito extremista solo logra opacar las relaciones más complejas que caracterizan a la red social. Simplemente proponemos agudizar un poco la vista y entrenarnos con las herramientas que nos permiten elegir, aun que sea, el mal menor.

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